Fue un viaje de placer/cumpleaños. Es un hotel boutique, y aunque quizá nuestra habitación era pequeña, no nos molestó ya que casi no estuvimos en ella.
A nosotros en particular no nos molestó en lo absoluto el sistema de agendar para la limpieza, nos pareció una idea brillante para la ecología y el medio ambiente.
Tienen un bar/rooftoop espectacular, happy hour todos los días, gran ambiente, desayuno delicioso, excelente servicio por parte de todos.
Unas instalaciones aparte de bonitas, con gran estilo. Música ambiente perfecta, DJ’s en las tardes-noches, nunca aburrido!! Me impresionó muchísimo. Y ni hablar de la ubicación que más que perfecta cruzando literal la calle con el metro (que por cierto, muy bien conectado y limpio) e inclusive caminando cerca al castillo de Rosenborg, igual de cerca que la calle Strøget!
No pudo ser mejor!