Nos decidimos por el hotel por la alberca privada en la habitación, que casi hizo que todo valiera la pena. Bien por el late check out,.y en general el personal es excepcionalmente amable. Una gran excepción serían las hostess de la noche.
Nos convencieron de ir a una "fiesta" en la playa, prometiendo comida y bebida por un boleto por persona de alrededor de 500 pesos. En la realidad eran dos cervezas (si querías una bebida diferente había que pagarla) y dos pedazos de pan diminutos con queso y jamón. Más tarde cuando quisimos cenar, nos informaron que no hay room service después de las 11pm, y que efectivamente nuestra salida era irnos a dormir con hambre.
El desayuno del buffet es regular, pero la cena es terrible. Sorprendentemente la mejor comida es la de la alberca, con buenas porciones y sabor (hamburguesas, pescadillas, nachos, papás, todo ok).
Atención: no se permite fumar, y si quieres hacerlo literalmente te piden que bajes una pendiente pronunciada y salgas de la propiedad para hacerlo.
Hay nulas opciones para personas con poca movilidad o movilidad reducida.
Espectacular alberca privada, ahí fue donde nos aguantamos los demás malos ratos.
La propiedad es muy linda, con muchas aves, iguanas y algún coatí a la vista. Hace algunos años me hospedé ahí, y ha decaído considerablemente la calidad. Sin embargo todo el personal es increíblemente atento.